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El amoroso dios del trueno
¡Zeus era un dios muy amoroso! Una día se enamoró perdidamente de Afrodita, y la mujer más bella del Olimpo no le negó sus favores.
Hera, la legítima esposa de Zeus, se enteró de esta aventura gracias al omnipresente Hermes, que padecía de vez en cuando ataques de voyeurismo y no podía resistirse al placer de espiar a Afrodita y al dios del trueno a través de la cerradura. Naturalmente, se lo contó todo a Hera.
Hera decide deshacerse de su rival, que es más joven, más atractiva, más delgada y, en general, más deseable.
La astuta perra
La astuta esposa de Zeus le pide a Dioniso la botella de vino más fuerte que existe y va a visitar a Afrodita. Haciéndose pasar por su mejor amiga, le ofrece beber.
Hay que decir que Afrodita tenía mucha experiencia en el consumo de alcohol, por lo que rápidamente se emborrachó.
Al ver en qué estado se encontraba la amante de su marido, Hera, en broma, le propuso escribir una carta a Ares para pedirle que la robara y la salvara del molesto Zeus. Afrodita garabateó un par de líneas.
Bueno, aguanta, Poseidón…
Enviaron la carta con el primer palomo que encontraron. Luego, Afrodita, completamente borracha, se quedó dormida, y Hera se trasladó a la orilla del mar y recogió algas. Mientras tanto, Ares ya había llegado al Olimpo y había robado a Afrodita, que roncaba como un titán y no tenía intención de despertarse ni aunque se acabara el mundo.Hera volvió con las algas. Antes de regresar al palacio, las arrojó a la casa de Afrodita.
Y luego se fue a casa como si nada hubiera pasado. Así fue como la diosa del poder mató dos pájaros de un tiro: se deshizo de la amante de su esposo y tendió una trampa a Poseidón, a quien no soportaba por su horrible olor a pescado.
Una dura conversación con su hermano
Por supuesto, Zeus se dio cuenta de que Afrodita había desaparecido. Un par de días después, entró en su casa y, en lugar de la dueña, solo encontró algas tiradas por el suelo. El dios del trueno voló inmediatamente a ver a Poseidón, ya que era obvio que él estaba involucrado en la desaparición de su amada.
El señor de los mares negó su participación en la desaparición de Afrodita. Convenció a su hermano de que prefería a las mujeres con cola y, para confirmar sus palabras, le mostró su harén de hermosas sirenas. Zeus le creyó. Tras pedir perdón a su hermano, suspiró y le pidió ayuda.
La batalla de los grandes dioses
Poseidón llamó a las gaviotas y les ordenó que encontraran a Afrodita. Al poco tiempo, las aves regresaron. Los mensajeros alados contaron que Ares retenía a Afrodita en una lejana isla desierta. Zeus y Poseidón se trasladaron inmediatamente allí para liberar a la diosa secuestrada.
Ares no se alegró en absoluto de recibir a sus invitados. Entre él y Zeus se libró una batalla que parecía no tener fin. Afortunadamente, Poseidón provocó una tormenta que arrastró a Ares al agua.
Una vez liberada, Afrodita contó a Zeus las artimañas de Hera. Poseidón, que conocía la animadversión que la diosa del poder sentía hacia él, le propuso a su hermano que idease un castigo ingenioso para ella…
Castigo merecido
Poseidón regresó al fondo del océano, y Zeus y Afrodita se trasladaron al Olimpo. Hera fue privada del derecho de acercarse al lecho de su marido hasta la primavera siguiente. Además, Zeus la obligó a llevar un cinturón hecho de algas marinas que apestaba a pescado. En cuanto a Ares, el dios del trueno envió a Cerbero, a quien Hades cedió amablemente su perro de muchas cabezas por una buena causa. Que luche contra esa criatura…
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